| Laia |
“Así me
tendrás presente”me susurró.
-Por poco tiempo.
A la mierda la
puta virginidad. Pensé mientras bajaba las escaleras, abrí la
puerta y ahí estaba Erik.
-Siento lo de
antes.-dije-
-Tranquila.
-¿De qué
querías hablar?-dije-
-Quería volver a
verte una vez más.
-¿Por qué?
-Porque me
encantas, desde siempre me encantas.
-Entiende que no
puedo salir contigo..
-Eres
perfecta.-dijo mientras se acercó y me puso un mechón que tenía
suelto detrás de la oreja-
-A lo largo de mi
vida he sido muchísimas cosas. He sido una llorona, una niña
traviesa, una princesita, un diablo, he sido estúpida, consecuente,
irresponsable, tímida, fiera, adorable.. También he sido alguien
tozuda, cabezota, implacable, un hueso duro de roer, alguien con
ideas propias, una chica enamoradiza, soñadora, valiente, sencilla,
complicada, atrevida, he llegado a ser alguien al filo del
precipicio, alguien que vivía en las nubes y actuaba sin pensar, he
sido grande y muy pequeñita, he sido alguien que ha corrido con el
viento en contra y también a favor.
Cada
día de mi vida he sido distinta. Algunos días mejor, otros peor y
he sido cosas que han agradado más y otras menos, pero nunca he sido
perfecta.
-Está bien, mi princesa imperfecta.
Eres muy guapa, ¿sabías?
-Cállate tonto.-reí-
-Puede que sea una mala idea, pero, ¿te
apetece seguir por dónde íbamos antes de que el gilipollas que vive
en esta casa me pegara?
-Está bien, pero solo con una
condición.
-¿Cuál?
-Que lo hagamos aquí, que me da más
morbo.
-¿Y Mikel?
-Que le follen, vamos a la habitación
de invitados que ya me la ha dejado Maria.
Subimos las escaleras después de
cerrar la puerta y fuimos a la habitación de invitados, cerré la
puerta y ahí estaban los preservativos, encima de la cama como había
prometido Maria.
Me acerqué a él, le cogí del cuello
y le besé, no le besé con sentimiento como había besado a Mikel
anteriormente, le besé por besar, le besé porque me ponía, le besé
porque estaba bueno. Él me cogió a horcajadas y me arrimó a la
pared, haciendo que la pared quedase a mi espalda, me besaba el
cuello y me besaba la boca. Le quité la camiseta y toqué sus
abdominales, le acerqué más a mí, me quitó la camiseta y empezó
a besarme por el cuello mientras iba bajando, volvió a mi boca. Me
bajé de encima de él y empecé a besarle la boca, mientras bajaba
por el cuello, y llegaba a sus perfectas abdominales. Soltó un
pequeño gemido y noté como su miembro empezaba a crecer. Reí por
lo bajo y volví a ponerme de pié. Le desabroché los pantalones y
le bajé la bragueta.
| Mikel |
Los tenía al lado, los dos cuartos
daban pared con pared, podía oír todo a la perfección, podía oír
como gemía ella y como gemía él, podía escuchar los silencios en
los que solo ellos dos sabían qué estaban haciendo. Estaba de los
nervios, caminaba de una parte a otra de la habitación, estaba de
mala hostia. Monner se había quedado con Maria cuando yo volví a mi
habitación. No puede ser verdad, no pueden estar haciendo nada. Qué
coño, el que no está haciendo nada aquí soy yo, la quiero a ella,
la quiero en mi cama y oírla como goza, puede que él sea el
primero, pero yo seré el definitivo, porque una vez que esté
conmigo no volverá a desear a otro.
| Narrador |
Mikel estaba confesando que quería ser
el último, y si era el último quería decir que Laia también sería
la última. Él le había dicho que no podía quererla, pero si lo
había dicho era por miedo, miedo a que algún día le pudiera hacer
daño, tanto ella a él como él a ella. Pero sin darse cuenta la
empezaba a querer, por mucho que no quisiera pero a él mismo no se
podía engañar.
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