Volvimos a mi
casa planeando como íbamos a hacer que mi hermano se enamorase de
ella, sabía que tenían que acabar juntos, por lo que iba a hacer de
Celestina y los iba a juntar. Al cabo de hora y media Laia se fue a
su casa, mañana nos esperaba un gran día, ya teníamos plan para el
viernes: hacer que mi hermano se enamorase de ella.
Me fui a la cama
temprano, dormí a pierna suelta, y justo cuando soñaba que el
imbécil de Monner no volvía nunca más al instituto, desperté.
¿Por qué soñaba con Monner? Está bien, soñaba con que se fuera
pero, igualmente, ¿qué se supone que hacía soñando con él? Tenía
mejores cosas con las que soñar.
Me duché, cogí
unos pantalones pitillos vaqueros, una camiseta blanca, un jersey
gris, y una bufanda rosa palo. Me lo puse, menos la bufanda, la cual
la dejé al lado de mi mochila en la entrada cuando bajé a
desayunar. Mi hermano, como siempre, seguía durmiendo, o se acababa
de despertar, él siempre llegaba justo. Acabé mi desayuno, recogí,
cogí el móvil que había dejado en la encimera, cogí la bufanda,
me la puse, cogí la maleta y me la puse al hombro. Salí, y ahí
estaba ella, como cada mañana, tan puntual, con su sonrisa aunque
fueran las ocho de la mañana, ella tan perfecta, ella tan Laia.
-¿Preparada para
hoy?-dije mientras la abrazaba-
-Sí, pero.. ¿Qué
me pongo? ¿Cómo actúo? ¿Qué hago?
-Sé tu misma,
vístete como te vestirías para venir a mi casa un viernes por la
tarde, actúa como eres porque se enamorará de cómo eres no de otra
cosa, y no hagas nada, déjate llevar por el momento, pero eso sí,
no le beses. Prohibido. Tienes que dejarle con ganas, ¿entiendes? Él
te tiene que buscar, tiene que desearte, y hasta que tú
verdaderamente no puedas más, le besas. Ni un minuto antes ni un
segundo después, justo en ese instante.
-¿Y después?
-Después.. Solo
le tienes que dar un beso, tú tomas la iniciativa, pero es necesario
que tú pares, que no parezca que no querías hacerlo si no que ibas
con la intención de hacerlo, le besaste y paraste cuando tú
quisiste, y para hacerte misteriosa o para darte un punto de chica
difícil, le tienes que dejar con las ganas de besarte.
Laia parecía
atenta a todas las anotaciones que le estaba dando, y confiaba en
ella, confiaba en que cambiase a mi hermano de una vez por todas, que
se centrase, me parece muy bien que salga con sus amigos, se vaya de
fiesta, se líe con chicas, vale, perfecto, pero es mi hermano y
cuando le pase algo, todos esos “amigos” se esfumarán.
Llegamos a clase
como otro viernes más, pasó el día lento, en el patio tuve un
pequeño encuentro con Monner, nada importante, nada que de nuestra
conversación no saliera por su parte un “preciosa” y por la mía
un “imbécil”. No es que le tuviese asco, odio o cualquier
sentimiento, es que no sentía nada, ¿para qué sentir? ¿Para qué
darle importancia?
| Narrador |
De lo que Maria
no se daba cuenta era de que ella no quería sentir nada hacia
“Monner”, como lo llama ella. Pero en cierto modo ella lo cambia
todo respecto a él, ella no lo llama como todos lo llaman, no lo
llama Àlex, no lo llama Zubi, lo llama Monner por una situación que
desconoce, y lo que de verdad pasa es que desea estar lejos de él
pero que al darse la vuelta que él esté ahí, cuidándola. Maria se
hace ilusiones, ¿puede cambiar una buena influencia a una mala
influencia? Puede encontrarse el caso, pero también nos podemos
encontrar con que la mala influencia cambie a la buena. Pero no se
sabe lo que pasará, ni con Maria y con “Monner”, ni con Laia y
con Mikel. Puede ser que todo cambie, que se enamoren o puede que se
odien, acaben con otras personas que no estaban destinadas a acabar
juntas, porque si estos cuatro chicos se encontraron en esta vida era
para estar juntos, pero no lo saben, ¿cómo lo iban a saber?
Maria tiene miedo
de poder enamorarse de Monner, no entiende como lo podría hacer solo
viéndole de lunes a viernes cinco minutos, pero en esos escasos
minutos ya conectan, ese “preciosa” y ese “imbécil” nacieron
para estar juntos, pero tiempo al tiempo que de los errores se
aprende.
No hay comentarios:
Publicar un comentario