domingo, 5 de agosto de 2012

CAPÍTULO 3. "Lo imposible se hace posible con Àlex Monner y Mikel Iglesias."


Volvimos a mi casa planeando como íbamos a hacer que mi hermano se enamorase de ella, sabía que tenían que acabar juntos, por lo que iba a hacer de Celestina y los iba a juntar. Al cabo de hora y media Laia se fue a su casa, mañana nos esperaba un gran día, ya teníamos plan para el viernes: hacer que mi hermano se enamorase de ella.

Me fui a la cama temprano, dormí a pierna suelta, y justo cuando soñaba que el imbécil de Monner no volvía nunca más al instituto, desperté. ¿Por qué soñaba con Monner? Está bien, soñaba con que se fuera pero, igualmente, ¿qué se supone que hacía soñando con él? Tenía mejores cosas con las que soñar.

Me duché, cogí unos pantalones pitillos vaqueros, una camiseta blanca, un jersey gris, y una bufanda rosa palo. Me lo puse, menos la bufanda, la cual la dejé al lado de mi mochila en la entrada cuando bajé a desayunar. Mi hermano, como siempre, seguía durmiendo, o se acababa de despertar, él siempre llegaba justo. Acabé mi desayuno, recogí, cogí el móvil que había dejado en la encimera, cogí la bufanda, me la puse, cogí la maleta y me la puse al hombro. Salí, y ahí estaba ella, como cada mañana, tan puntual, con su sonrisa aunque fueran las ocho de la mañana, ella tan perfecta, ella tan Laia.

-¿Preparada para hoy?-dije mientras la abrazaba-
-Sí, pero.. ¿Qué me pongo? ¿Cómo actúo? ¿Qué hago?
-Sé tu misma, vístete como te vestirías para venir a mi casa un viernes por la tarde, actúa como eres porque se enamorará de cómo eres no de otra cosa, y no hagas nada, déjate llevar por el momento, pero eso sí, no le beses. Prohibido. Tienes que dejarle con ganas, ¿entiendes? Él te tiene que buscar, tiene que desearte, y hasta que tú verdaderamente no puedas más, le besas. Ni un minuto antes ni un segundo después, justo en ese instante.
-¿Y después?
-Después.. Solo le tienes que dar un beso, tú tomas la iniciativa, pero es necesario que tú pares, que no parezca que no querías hacerlo si no que ibas con la intención de hacerlo, le besaste y paraste cuando tú quisiste, y para hacerte misteriosa o para darte un punto de chica difícil, le tienes que dejar con las ganas de besarte.

Laia parecía atenta a todas las anotaciones que le estaba dando, y confiaba en ella, confiaba en que cambiase a mi hermano de una vez por todas, que se centrase, me parece muy bien que salga con sus amigos, se vaya de fiesta, se líe con chicas, vale, perfecto, pero es mi hermano y cuando le pase algo, todos esos “amigos” se esfumarán.

Llegamos a clase como otro viernes más, pasó el día lento, en el patio tuve un pequeño encuentro con Monner, nada importante, nada que de nuestra conversación no saliera por su parte un “preciosa” y por la mía un “imbécil”. No es que le tuviese asco, odio o cualquier sentimiento, es que no sentía nada, ¿para qué sentir? ¿Para qué darle importancia?

| Narrador |

De lo que Maria no se daba cuenta era de que ella no quería sentir nada hacia “Monner”, como lo llama ella. Pero en cierto modo ella lo cambia todo respecto a él, ella no lo llama como todos lo llaman, no lo llama Àlex, no lo llama Zubi, lo llama Monner por una situación que desconoce, y lo que de verdad pasa es que desea estar lejos de él pero que al darse la vuelta que él esté ahí, cuidándola. Maria se hace ilusiones, ¿puede cambiar una buena influencia a una mala influencia? Puede encontrarse el caso, pero también nos podemos encontrar con que la mala influencia cambie a la buena. Pero no se sabe lo que pasará, ni con Maria y con “Monner”, ni con Laia y con Mikel. Puede ser que todo cambie, que se enamoren o puede que se odien, acaben con otras personas que no estaban destinadas a acabar juntas, porque si estos cuatro chicos se encontraron en esta vida era para estar juntos, pero no lo saben, ¿cómo lo iban a saber?

Maria tiene miedo de poder enamorarse de Monner, no entiende como lo podría hacer solo viéndole de lunes a viernes cinco minutos, pero en esos escasos minutos ya conectan, ese “preciosa” y ese “imbécil” nacieron para estar juntos, pero tiempo al tiempo que de los errores se aprende.

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