| Maria |
Había controlado
a la fiera y ahora le estaba mirando a la cara. Monner había parado
de pegarle brutalmente, me miraba a los ojos, me tenía respeto,
sentía en su forma de mirarme que no se quería acercar para que yo
no huyese cual perro asustado.
-Será mejor que
nos vayamos.-dije cogiéndole de la muñeca mientras lo sacaba, él
estaba ausente, no estaba conmigo, notaba que yo lo estaba
conduciendo hasta mi casa, mi hermano sabría que hacer. Le solté de
la muñeca una vez que estuvimos fuera-
-No me
sueltes.-dijo-
-¿Por qué has
hecho eso?-dije esquivando lo que había dicho-
-¿El qué?
-Sabes
perfectamente de qué te estoy hablando.
-No ha pasado
nada.
-Tú no eres así.
-¿Así cómo?
-Tú no pegas a..
-Si le he pegado
era porque se lo merecía.
-Estás celoso.
-No, es que me
dedico a pegar gilipollas que molestan a mis..-le interrumpí-
-Para ti sólo
soy la hermana de tu mejor amigo, ¿estamos?
-¿Por qué?
-Porque no quiero
tener nada que ver contigo.
-Si te vuelvo
loca.
-En tus sueños.
¿Siempre tenemos que discutir? Bueno, ¿siempre me tienes que picar?
-No te pico.
-Vale, ¿siempre
me tienes que llevar la contraria?
-No te la llevo.
-Te odio.
-¿Me das la
mano?
-Que no te voy a
dar ninguna mano, dásela con la que estabas en la fiesta.
-Celosa.
-No, celosa no,
yo no soy segundo plato de nadie.
-Tienes razón,
eres el menú completo.
-Del que te vas a
acabar cansando algún día.
-Nunca me podría
cansar de ti.
Caminé más
rápido, ya quedaba poco para llegar a casa.
-¿Te pasa algo?
-No me pasa nada,
sólo que estoy harta de que me digas a mí lo que le dices a las
otras. Y te voy a decir una cosa, conmigo no puedes jugar, no te lo
voy a permitir. No me vas a enamorar y luego irte con otra.
-¡Eh!
Esperad.-dijo una voz detrás nuestra interrumpiendo nuestra
conversación, nos giramos, era Erik-
-¿Qué pasa
Erik?-dije-
-¿Puedes decirle
a Laia que baje?
Llegamos a casa
justo cuando me dijo eso.
-Claro, ahora se
lo digo.-sonreí- ¿No quieres pasar?
-No.-respondió
Monner por él-
Abrí la puerta,
pasamos Monner y yo y cerró la puerta.
-Que oscuro está
esto, ¿no?-dije-
-No, no puedo
quererte.-oímos desde arriba, subí las escaleras corriendo, era mi
hermano, y estaba segura de que hablaba con Laia-
-Laia-le dije
cuando llegué a mi habitación, justo cuando iban a volver a hablar,
me miraron-, Erik está a bajo, dice que si puedes bajar.-Mikel la
miró y estoy segura de que con los ojos le quería transmitir que no
bajase, pero ella no le dedicó ni una mirada, y con un “gracias”
salió por la puerta de mi habitación-
-Por cierto
Maria-dijo Laia-, ¿tienes una habitación para Erik y para
mí?-Monner acabó de subir las escaleras-
-¿Para los dos?
¿No podemos hacer un trío?-me reí yo sola, todos estaban serios-
Bueno, vale, que era una broma, ni eso se puede hacer ya en esta
casa. Sí, tienes para ti entera la habitación de invitados. Los
condones te los pongo encima de la cama.-mi hermano me miró- ¿Qué?
¿Tienes algún problema? No me quiero quedar embarazada.-lo cierto
era que esos condones me los había regalado Laia mi último
cumpleaños para hacer la gracia, luego me regaló entradas para un
concierto al que fuimos juntas y la caja de condones seguía intacta
porque era virgen-
-Dame una
camiseta, anda.-me dijo Laia, que ahora me había dado cuenta de que
estaba en ropa interior. Abrí el cajón y le dí una camiseta que
era de mi hermano-
-Es mía.-dijo
Mikel-
-¿Y? Tú me la
diste.-dije-
Laia se puso la
camiseta, y antes de bajar Mikel le susurró algo al oído que ni
Monner ni yo oímos.
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