Y allí nos quedamos, en el baño de
aquella casa que hacía una fiesta de disfraces apartados de
nosotros. Ellos se divertían, nosotros sentíamos, ellos bailaban y
nosotros hacíamos magia con nuestros cuerpos, él me besaba y yo le
correspondía.
-No voy a dejar que lo hagas en un
baño.-dijo Monner separándose de mí-
-Ya lo hicimos una vez,
¿recuerdas?-dije mientras volvía a besarle, pero me apartó otra
vez con cariño y me sonrió-
-Pero quiero hacerlo en tu casa, en tu
cama, donde nunca puedas olvidarlo, donde cuando entres mires la cama
y sonrías.-me besó la cabeza-
No le dije nada, simplemente nos fuimos
caminando a mi casa, en silencio, agarrados de la mano. Llegamos y
fuimos a mi cuarto, cerré la puerta y morí de amor al verle en mi
cuarto, era tan perfecto, quedaba tan bien ahí, en mi cama. ¿Y si
lo dejo de adorno? ¿Y si lo dejo ahí para siempre? Donde nadie nos
moleste, donde él sea mío y yo únicamente suya.
Me acerqué a él y nos besamos,
mentiría si dijera que cuando me besa siento mariposas, siento una
jodida arca de Noé dentro de mí. En pocos minutos estábamos en
ropa interior, acarició mi barriga y sentí un escalofrío que me
recorrió todo el cuerpo.
-Te quiero.-soltó ahí en medio, las
palabras mágicas, las jodidas y perfectas palabras mágicas que
estaba esperando.-
| Narrador |
Y ahí pasaron el resto de la noche,
entre besos, caricias y demostraciones de su amor, de su amor que
resultaría infinito. Se quedaron dormidos los dos, Maria antes que
Àlex, él se quedó mirándola, viendo su rostro, sus facciones,
para él perfectas, como las de un ángel, como las de su ángel,
como las de su chica. Porque hasta el momento sólo era su chica, no
eran nada más. ¿A qué esperaba a proponérselo?
| Mikel |
Los rayos de sol entraban tenues por la
ventana, pero molestaban igual. Me acostumbré a la poca luz que
había y al poco peso que sentía sobre mi pecho desnudo. Era su
brazo, había quedado ahí mientras ella soñaba con vete tú a saber
qué, pero seguro que era perfecto. Como ella. Sonreí al verla, al
pensar en lo que pasamos la noche anterior y en lo que había pasado
las últimas semanas. Intenté escabullirme de su agarre y lo
conseguí, bajé a la cocina para prepararle el desayuno.
| Àlex |
Estaba despierto desde hacía unos
minutos, oí un ruido desde la habitación contigua, la de Mikel.
Alguien había salido, y seguro que era él. Me puse de pie y antes
de abrir la puerta miré hacia atrás, la miré a ella, tan perfecta,
tan preciosa, tan necesaria para mí, era como el aire que sin él
moría. Volví al lado de la cama y le di un pequeño beso en los
labios, me separé y observé como sonreía todavía dormida, todavía
en un mundo lejano mientras soñaba. Bajé las escaleras y me dirigí
a la cocina, y tal y como había pensado Mikel estaba ahí.
-¿Qué haces en calzoncillos?-me
preguntó Mikel cuando me vio-
-Buenos días a ti también.-sonreí
irónico- Pues lo mismo que tú.-reí-
-Es mi casa y yo no tengo en la cama a
mi hermana.-hizo una mueca de rabia-
-Sería extraño que la tuvieras en la
cama, ¿verdad?-reí y él suspiró-
-No le hagas daño, por favor.-dijo
Mikel- Ella siente, te quiere.
-Créeme que la única persona que
puede hacer daño en lo que tenemos es ella.-suspiré y negué con la
cabeza- Me vuelve loco tío, estoy completamente perdido por ella, me
pierde, es que me encanta, es perfecta, es para mí.-reí nervioso-
Ella está hecha para mí, ¿sabes?
-Tío, me alegro, en serio.-se acercó
a mi y me dio un abrazo- He encontrado al único cuñado al que
aguantaría viendo con mi hermana.-sonreí al escuchar esas palabras
de mi mejor amigo-
-Yo también me alegro de ser yo el que
esté con ella y no otro subnormal.-suspiré- Tío, tenemos unas
chicas de las cual hay que estar a la altura.-sonrió-
-Y por eso mismo te quiero pedir un
favor, tío.-me dijo-
-El que quieras.-le sonreí esta vez
yo-
-Laia me había dicho de ir a cenar los
cuatro, ¿sabes? Pero le tengo preparada una sorpresa, y nada, que si
me puedes hacer el favor de quedarte con mi hermana.
-Trato hecho tío.-reí al pensar en la
casa para nosotros solos-
-Cuidadito con lo que haces, ¡eh!
-Venga, que se me ha quitado el hambre
de desayunar, nos vemos tío, y que te salga bien la
sorpresa.-hicimos nuestra especie de saludo y me alejé de él para
volver a la habitación donde estaba mi niña-
Subí las escaleras y abrí la puerta,
ahí estaba ella.
-No me mires, seguro que estoy
fea.-dijo tapándose la cara-
-Estás preciosa.-dije una vez que ya
estaba ahí, arrodillado delante suya y destapándole la cara-
-No es verdad.-sonrió-
-Sí que lo es.-sonreí-
-No.-me dio un leve puñetazo en el
pecho que no me dolió ni lo más mínimo-
-Sí.-la cogí de las muñecas y le di
un leve beso en la boca-
-¡No!-me sacó la lengua-
-¿Sabes a la conclusión que he
llegado?-reí una vez después de volver a besarla, era una jodida
adicción-
-Dime.-pasó la lengua por sus labios-
-Que prefiero discutir contigo a
hacerlo con otras.-sonreí y ella se emocionó, vi las lágrimas al
borde de sus preciosos ojos y como pestañeaba para que no salieran-
Eh, no me llores.-sonreí-
-Te he cambiado.-logró pronunciar y yo
reí-
-Y no sabes cuanto te lo agradezco,
princesa.-la cogí como a las princesas y la tumbé en la cama, me
puse encima suya-
-Me voy a vestir.-dijo justo cuando iba
a besarla-
-¿Dónde vas?-fruncí el ceño y ella
puso sus manos en mi pecho para que la dejara marchar-
-Dónde vamos, querrás decir.-la dejé
pasar tumbándome en la cama y me volvió a besar-
-Pues eso.-se levantó y la miré de
arriba abajo, y no me cansaría nunca de mirarla-
-A dar una vuelta.-sonrió dándose la
vuelta para mirarme-
Se dirigió a su armario, lo abrió y
sacó dos conjuntos poniéndolos a mi lado en la cama.
-¿Cuál me pongo?-preguntó rascándose
la nuca. Reí-
-Me vas a tener que perdonar, pero me
importa muy poco lo que te pongas si luego te lo voy a quitar.
Y nos volvimos a quedar ahí, a la hora
que fuese, no teníamos noción del tiempo, no teníamos prisa. Sólo
queríamos ser felices, juntos, besándonos, dándonos caricias y
haciendo el amor como locos.
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