miércoles, 8 de agosto de 2012

CAPÍTULO 15. "Lo imposible se hace posible con Àlex Monner y Mikel Iglesias.


Y allí nos quedamos, en el baño de aquella casa que hacía una fiesta de disfraces apartados de nosotros. Ellos se divertían, nosotros sentíamos, ellos bailaban y nosotros hacíamos magia con nuestros cuerpos, él me besaba y yo le correspondía.

-No voy a dejar que lo hagas en un baño.-dijo Monner separándose de mí-
-Ya lo hicimos una vez, ¿recuerdas?-dije mientras volvía a besarle, pero me apartó otra vez con cariño y me sonrió-
-Pero quiero hacerlo en tu casa, en tu cama, donde nunca puedas olvidarlo, donde cuando entres mires la cama y sonrías.-me besó la cabeza-

No le dije nada, simplemente nos fuimos caminando a mi casa, en silencio, agarrados de la mano. Llegamos y fuimos a mi cuarto, cerré la puerta y morí de amor al verle en mi cuarto, era tan perfecto, quedaba tan bien ahí, en mi cama. ¿Y si lo dejo de adorno? ¿Y si lo dejo ahí para siempre? Donde nadie nos moleste, donde él sea mío y yo únicamente suya.

Me acerqué a él y nos besamos, mentiría si dijera que cuando me besa siento mariposas, siento una jodida arca de Noé dentro de mí. En pocos minutos estábamos en ropa interior, acarició mi barriga y sentí un escalofrío que me recorrió todo el cuerpo.

-Te quiero.-soltó ahí en medio, las palabras mágicas, las jodidas y perfectas palabras mágicas que estaba esperando.-

| Narrador |

Y ahí pasaron el resto de la noche, entre besos, caricias y demostraciones de su amor, de su amor que resultaría infinito. Se quedaron dormidos los dos, Maria antes que Àlex, él se quedó mirándola, viendo su rostro, sus facciones, para él perfectas, como las de un ángel, como las de su ángel, como las de su chica. Porque hasta el momento sólo era su chica, no eran nada más. ¿A qué esperaba a proponérselo?

| Mikel |

Los rayos de sol entraban tenues por la ventana, pero molestaban igual. Me acostumbré a la poca luz que había y al poco peso que sentía sobre mi pecho desnudo. Era su brazo, había quedado ahí mientras ella soñaba con vete tú a saber qué, pero seguro que era perfecto. Como ella. Sonreí al verla, al pensar en lo que pasamos la noche anterior y en lo que había pasado las últimas semanas. Intenté escabullirme de su agarre y lo conseguí, bajé a la cocina para prepararle el desayuno.

| Àlex |

Estaba despierto desde hacía unos minutos, oí un ruido desde la habitación contigua, la de Mikel. Alguien había salido, y seguro que era él. Me puse de pie y antes de abrir la puerta miré hacia atrás, la miré a ella, tan perfecta, tan preciosa, tan necesaria para mí, era como el aire que sin él moría. Volví al lado de la cama y le di un pequeño beso en los labios, me separé y observé como sonreía todavía dormida, todavía en un mundo lejano mientras soñaba. Bajé las escaleras y me dirigí a la cocina, y tal y como había pensado Mikel estaba ahí.

-¿Qué haces en calzoncillos?-me preguntó Mikel cuando me vio-
-Buenos días a ti también.-sonreí irónico- Pues lo mismo que tú.-reí-
-Es mi casa y yo no tengo en la cama a mi hermana.-hizo una mueca de rabia-
-Sería extraño que la tuvieras en la cama, ¿verdad?-reí y él suspiró-
-No le hagas daño, por favor.-dijo Mikel- Ella siente, te quiere.
-Créeme que la única persona que puede hacer daño en lo que tenemos es ella.-suspiré y negué con la cabeza- Me vuelve loco tío, estoy completamente perdido por ella, me pierde, es que me encanta, es perfecta, es para mí.-reí nervioso- Ella está hecha para mí, ¿sabes?
-Tío, me alegro, en serio.-se acercó a mi y me dio un abrazo- He encontrado al único cuñado al que aguantaría viendo con mi hermana.-sonreí al escuchar esas palabras de mi mejor amigo-
-Yo también me alegro de ser yo el que esté con ella y no otro subnormal.-suspiré- Tío, tenemos unas chicas de las cual hay que estar a la altura.-sonrió-
-Y por eso mismo te quiero pedir un favor, tío.-me dijo-
-El que quieras.-le sonreí esta vez yo-
-Laia me había dicho de ir a cenar los cuatro, ¿sabes? Pero le tengo preparada una sorpresa, y nada, que si me puedes hacer el favor de quedarte con mi hermana.
-Trato hecho tío.-reí al pensar en la casa para nosotros solos-
-Cuidadito con lo que haces, ¡eh!
-Venga, que se me ha quitado el hambre de desayunar, nos vemos tío, y que te salga bien la sorpresa.-hicimos nuestra especie de saludo y me alejé de él para volver a la habitación donde estaba mi niña-

Subí las escaleras y abrí la puerta, ahí estaba ella.

-No me mires, seguro que estoy fea.-dijo tapándose la cara-
-Estás preciosa.-dije una vez que ya estaba ahí, arrodillado delante suya y destapándole la cara-
-No es verdad.-sonrió-
-Sí que lo es.-sonreí-
-No.-me dio un leve puñetazo en el pecho que no me dolió ni lo más mínimo-
-Sí.-la cogí de las muñecas y le di un leve beso en la boca-
-¡No!-me sacó la lengua-
-¿Sabes a la conclusión que he llegado?-reí una vez después de volver a besarla, era una jodida adicción-
-Dime.-pasó la lengua por sus labios-
-Que prefiero discutir contigo a hacerlo con otras.-sonreí y ella se emocionó, vi las lágrimas al borde de sus preciosos ojos y como pestañeaba para que no salieran- Eh, no me llores.-sonreí-
-Te he cambiado.-logró pronunciar y yo reí-
-Y no sabes cuanto te lo agradezco, princesa.-la cogí como a las princesas y la tumbé en la cama, me puse encima suya-
-Me voy a vestir.-dijo justo cuando iba a besarla-
-¿Dónde vas?-fruncí el ceño y ella puso sus manos en mi pecho para que la dejara marchar-
-Dónde vamos, querrás decir.-la dejé pasar tumbándome en la cama y me volvió a besar-
-Pues eso.-se levantó y la miré de arriba abajo, y no me cansaría nunca de mirarla-
-A dar una vuelta.-sonrió dándose la vuelta para mirarme-

Se dirigió a su armario, lo abrió y sacó dos conjuntos poniéndolos a mi lado en la cama.

-¿Cuál me pongo?-preguntó rascándose la nuca. Reí-
-Me vas a tener que perdonar, pero me importa muy poco lo que te pongas si luego te lo voy a quitar.

Y nos volvimos a quedar ahí, a la hora que fuese, no teníamos noción del tiempo, no teníamos prisa. Sólo queríamos ser felices, juntos, besándonos, dándonos caricias y haciendo el amor como locos.

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